domingo, 9 de septiembre de 2007

Arctic Monkeys - Favourite worst nightmare


Los chicos de Arctic Monkeys publican su segundo álbum, el que debe despejar las dudas acerca de si son un “hype” creado por la prensa musical inglesa ó por el contrario, si su duración en el mundillo de la música será longevo. De momento pasan con creces la prueba, con ese pop que bebe de la música británica de las últimas cuatro décadas, con la urgencia juvenil de los cuatro de Sheffield. Cuentan con la colaboración a los controles de James Ford (si, el de Simian Mobile Disco), y han conseguido una excelente continuación, añadiendo algo más en la evolución a su primer larga duración con melodías aceleradas y contundentes pero más trabajadas, aunque ello deje un poco de lado los estribillos, como ellos mismos aceptan. El minutaje de los temas en raras ocasiones sobrepasa los tres minutos de duración, excepto en un par de canciones, y nos deja con ganas de más a pesar de sus escasos cuarenta minutos. El título del álbum “Favourite worst nightmare” debe su título a una frase que se encuentra en la canción “D is for dangerous”.

De todos modos, las melodías aceleradas dejan un regusto pop bastante enérgico como en el primer tema del disco “Brianstorm”, primer single aparecido, toda una tormenta cerebral como su propio nombre indica. Le sigue “Teddy Picker”, una canción menos acelerada pero con una gran melodía, con la particular e inconfundible voz de Alex Turner. “D is for dangerous” mantiene el tipo, al igual que “Balaclava” y su riff de guitarra. Otra de las mejores canciones del disco es “Fluorescent adolescent” podría ser una oda a la adolescencia, a tenor de lo que se puede escuchar en su letra “the best you ever had is just a memory”, lo mejor que podías tener es solo un recuerdo.

Pasado el ecuador del álbum, se desinfla un poco con una balada, “Only ones who know”, que desentona un poco sin llegar a ser empalagosa, para retomar la energía en “Do me a favour”, con un crescendo espectacular al final del tema. Para terminar nos dejan un tema más bailable como “Old yellow bricks”, una auténtica maravilla para no dejar de mover tu cuerpo con su ritmo, que nos lleva a otro tema más tranquilo, “505”, para cerrar el disco.

Un buen segundo álbum pero que no es comparable al de su debut, más que nada, porque como se dice habitualmente, las comparaciones son odiosas y este trabajo debe ser observado de manera diferente.

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